Un fuerte brote de la variante H3N2 subclado K está afectando a varios países europeos y obligó a implementar medidas similares a las de la pandemia.
El incremento de casos llegó semanas antes de lo habitual y con síntomas más severos, generando presión sobre los sistemas de salud y preocupación en la comunidad científica.
En el Reino Unido, los hospitales registran un promedio de 1.717 pacientes internados por gripe cada día, con 69 en terapia intensiva, según datos oficiales. Ante esta situación, autoridades sanitarias recomendaron:
- Uso de barbijo en espacios públicos y transporte.
- Aislamiento inmediato en caso de presentar síntomas gripales.
- Refuerzo de medidas de higiene en escuelas, con cierres temporales en algunos establecimientos.
Daniel Elkeles, director ejecutivo de NHS Providers, calificó a la cepa como “una gripe desagradable” y pidió retomar hábitos de cuidado para evitar contagios masivos.
La variante se propagó “inusualmente rápido” en países como Alemania, Francia, Italia y España, donde la tasa de incidencia supera los 600 casos por cada 100.000 habitantes, con regiones que alcanzan más de 1.600 casos.
El Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) informó que los contagios comenzaron entre 3 y 4 semanas antes que en temporadas previas, alterando las proyecciones epidemiológicas.
La H3N2 subclado K presenta mutaciones que le permiten evadir parcialmente la inmunidad natural y la protección de las vacunas, lo que potencia su capacidad de transmisión en ambientes cerrados.
Los síntomas incluyen:
- Fiebre alta.
- Dolor muscular.
- Tos seca.
- Cansancio intenso.
Los expertos insisten en que la vacunación sigue siendo crucial, ya que reduce el riesgo de complicaciones graves y hospitalización.
La OMS advirtió que la actividad gripal comenzó entre 3 y 6 semanas antes de lo esperado, trastocando los calendarios sanitarios.
En paralelo, escuelas y comunidades locales reactivaron protocolos de prevención, como estaciones de desinfección y suspensión de actividades masivas.
El brote de gripe H3N2 en Europa obliga a los gobiernos a reforzar medidas de prevención y recordar hábitos de cuidado que parecían superados.
La combinación de alta transmisibilidad, presión hospitalaria y mutaciones virales plantea un desafío sanitario que exige coordinación internacional y responsabilidad ciudadana.
