Continúan saliendo a la luz más denuncias sobre las situaciones que vivenciaban los residentes en el geriátrico.
El relato de Natalia comienza en marzo de este año, cuando su padre diagnosticado con Alzheimer ingresaba a Los Arcos “ingresó caminando, iba al baño solo, tenía demencia pero podía. Tenía que tener atención todo el día para tomar la medicación y prepararle la comida, era ponerlo en un hogar o tener 4 personas en la casa que es inviable” comenta.
“Yo hablé con él sobre ir a un hogar, le expliqué si quería tener personas y me dijo que no quería. Averigüe varios y me gusto este por el espacio verde, ella (Gabriela Romero) te lo pintaba como lo mejor”.
Con el paso de las semanas se observaban cambios negativos en Roque, su padre, como bajo peso y debilidad, al consultar con la dueña esta le confirmaba que él se alimentaba y descansaba correctamente.
“Me decía que era por lo neurológico y el tema era el cuadro clínico. Al parecer la enfermera que tenían no lo era” declara y nuevamente la negligencia del hogar se deja ver cuando una persona que no es personal de salud lleva a cabo tareas que ameritan la formación profesional.
“El sábado 7 de junio fue a verlo una cuidadora y lo encontró en un estado febril calamitoso, Gabriela me llamó enojada porque alguien fue a ver a mi papá. Nosotros llamamos a la ambulancia, creo que pesaba 40 kilos cuando entró al hospital, no salió porque tenía un cuadro de neumonía. Mientras él estuvo en el hospital Gabriela nunca me llamó”.
En medio de dolor por su perdida y buscando respuestas, al frialdad y crueldad de Romero se hicieron presentes “le dije que yo cuide 4 años a mi papá y ella lo mató en 4 meses, me decía que no le tire la culpa a ella mientras que yo no me hacía cargo” relata.
“No me queda opción que sacar fuerzas, lo hago por el resto porque mi papá ya no está”.
Diferente lugar, mismo maltrato
La historia de Florencia se convirtió en una de las primeras denuncias que recibía Gabriela Romero “Mi mamá estuvo en otro hogar que ella tenía que era Hogar Carmela en abril 2014” inicia.
“Ella empezó con un dolor, ella siempre estaba acompañada en la visita de la mañana y tarde. El médico no aparecía, le pedíamos que se acerque alguien, terminó con una fractura de tibia y peroné” detalla.
Sin explicaciones sobre lo sucedido no dudaron en denunciar “en su momento hice la denuncia, nunca nos supieron decir como mi mama tuvo la fractura, terminamos llevando nosotros a alguien que nos saque una radiografía en el lugar”.
Así como lo relataban las demás familiares de víctimas, la facturación y datos no coinciden con la propietaria “denuncie en Arba y Afip porque las facturas que emite eran truchas. Era una factura a puño y letra, el número de Cuil figura no era de ella, del marido. Sergio Bongiorno, eran todos los números menos uno lo cual hace que sea de otra persona” explica.
Unidas en un pedido de justicia que cada día conoce a nuevas personas que vivieron los mismo, encuentran consuelo y acompañamiento para enfrentar lo que sea necesario y lograr que nadie más sufra esta violencia.
Natalia, emocionada dice “voy a hacer todo lo posible para que se haga justicia, siento que le debo una explicación pero no lo voy a recuperar”.
“Nada que tenga que ver con Gabriela Romero tiene que abrirse y menos con temas de cuidar” pide Florencia.


