Por: Somos Télam
Nietos restituidos por Abuelas de Plaza de Mayo contaron -en diálogo con Somos Télam- cómo vivían antes y cómo sintieron después cada 24 de marzo al recuperar su verdadera identidad, cómo fue la experiencia de aquella ”primera marcha” y lo “conmovedor de ese abrazo colectivo”, a días de cumplirse el 48° aniversario del inicio de la última dictadura cívico militar.
Entender un sueño colectivo
“Durante los 25 años que fui María Sol, el 24 de marzo para mí era una fecha más. En esa vida, yo estaba convencida de que no era cierto de que existían personas desaparecidas. Cuando recuperé mi verdadera identidad y varios años después pude asumirla, marché por primera vez un 24 y me pareció algo realmente increíble”, relató la nieta restituida y actual legisladora porteña, Victoria Montenegro.
Montenegro evocó esa primera marcha junto a “miles de personas que se sumaban, llevaban la bandera con el rostro de los desaparecidos, donde había familias, militancia y estaban las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo” y afirmó que en ese momento entendió “la lucha y el sueño colectivo de nuestros padres y de los 30 mil, así como nuestra reivindicación como pueblo”.
A pocos días de haber nacido, Victoria fue secuestrada junto a sus padres, Hilda Ramona Argentina Torres y Roque Orlando Montenegro, en febrero de 1976 y fue apropiada por el jefe del grupo de tareas del centro clandestino “El Vesubio”, Herman Antonio Tetzlaff. Recién el 5 de julio del 2000 pudo restituir su verdadera identidad.
“Esta mochila que nos toca llevar a quienes tenemos a nuestros seres queridos desaparecidos es menos pesada porque la llevamos entre muchos y muchas que cada 24 de marzo nos reunimos para recordarlos y defender su memoria”, expresó la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Legislatura porteña.
Y reflexionó: “Cuando uno transita la marcha del 24, te cambia. Nunca entendés esa historia de la misma forma cuando fuiste parte de una marcha que lleva esa bandera”.
Guillermo y su nueva mirada
Marcela Esther Molfino y Guillermo Amarilla tenían tres hijos y otro venía en camino cuando en el primer mes de gestación, ambos fueron secuestrados, aquel 17 octubre de 1979. Su cuarto hijo nacería en cautiverio el 27 de junio de 1980 y tardaría 29 años en conocer su verdadero origen.
“La niñez en mi caso fue totalmente ajena a esos 24 de marzo, era un mundo desconocido para mí, no tengo memoria de que se haya mencionado. En mi primera adolescencia fui dando pasos muy tenues, a partir de mis 17 años comencé a ir a las marchas de manera salteada pero ya para mis 20 las marchas del 24 de marzo comenzaron a afectarme de una manera conmovedora cuando las Madres y las Abuelas estaban prácticamente todas y su presencia era deslumbrante para mí”, relató Guillermo Amarilla Molfino.
Para el menor de los Amarilla Molfino la restitución de su identidad el 30 de octubre de 2009, el reencuentro con sus tres hermanos y el resto de su familia biológica “produjo cambios muy rotundos” y marcaría “un antes y un después” en cada 24 de marzo.
“Se empezaron a hacer presentes mis viejos porque empecé a ir con sus rostros en remeras que una prima que recién conocía me había hecho. La primera vez que caminé por esa misma Plaza de Mayo pero con esa remera en la que están mi mamá, mi abuela, mi papá, víctimas del terrorismo de Estado, fue profundamente conmovedor y el puntapié inicial para tantas otras cuestiones que se irían abriendo después”, reveló.
Amarilla Molfino ya no percibiría más que “marchaba solo” sino con “un gran colectivo” y “con otra mirada” porque “ya sentía en carne propia el daño que había hecho el terrorismo de Estado”, el cual, le “había sido ocultado por tanto tiempo”.
“La palabra memoria, la palabra verdad y la palabra justicia, se hicieron carne en mí, no hace falta decir más, eso fue para mí el antes y el después de recuperar mi identidad”, aseveró.
“No dejé de ir nunca más”
Guillermo Pérez Roisinblit, nieto de la presidenta honoraria e histórica referente de Abuelas de Plaza de Mayo, Rosa Tarlovsky de Roisinblit, contó que antes de saber que era hijo de desaparecidos y conocer su historia, el 24 de marzo era una fecha que pasaba inadvertida para él y explicó que mucho de eso tenía que ver con que no se hablaba de esas temáticas en la escuela ni estaba institucionalizada la fecha, como lo está por ley desde 2002 como Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia.
“Había algún que otro docente que te podía llegar a hablar, no fue mi caso, pero no formaba parte de la currícula educativa como ahora y tampoco era algo de lo que se hablaba cotidianamente”, contextualizó Pérez Roisinblit.
Guillermo expresó que le tomó muchos años luego de recuperar su identidad poder ir a Plaza de Mayo un 24 de marzo, pero que cuando lo hizo por primera vez en 2012, no dejó de ir “nunca más”.
“No era fácil para mi ir y la primera vez que sentí la necesidad de hacerlo, le pedí a dos amigos y a mi mujer que me acompañen, eso fue muy importante. La verdad es que cuando llegamos y vi a miles de personas en esa plaza, sentí que lo que me había pasado no me había sucedido sólo a mí, lo habíamos vivido todos como sociedad”, rememoró y tras una breve pausa, afirmó que “a partir de ahí, fui todos los años, no dejé de ir nunca más”.
Donda: recuperar cotidianidad de DDHH
El acercamiento a los 24 de marzo de la nieta restituida Victoria Donda fue distinto, a través de la militancia, antes de saber que era hija de María Hilda Pérez y José María Laureano Donda y que sería su propio tío paterno – el exmarino Adolfo Donda Tigel- el responsable de su apropiación y el ocultamiento de su identidad, por lo que fue condenado a 15 años de prisión el pasado 4 de marzo.
“Yo empecé a militar desde muy chica. Recuerdo que una de mis primeras actividades fue hacer afiches para pegarlos el 24 de marzo en la Facultad de Derecho de la UBA. Lo vivía como todo militante jovencito que recién empieza, sentía horror por todo lo que había pasado y miraba con mucha admiración la fortaleza de las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo para continuar a pesar de la tragedia”, recordó Donda.
El 8 de octubre de 2004, a sus 27 años, Victoria pudo restituir su identidad y desde entonces confesó que cada 24 de marzo lo vive “con otra responsabilidad” y que este año en particular considera “fundamental que como pueblo recuperemos la concepción cotidiana de los derechos humanos y reflexionemos sobre eso”.
Renovar la lucha por los derechos humanos
“Creo que este 24 de marzo no nos tenemos que quedar sólo con la excepcionalidad de las violaciones cometidas en la última dictadura porque, aunque horroroso, fue un momento determinado de la historia argentina. Hoy los derechos humanos se violan a diario”, argumentó.
Y amplió: “Tenemos que recuperar la cotidianidad de los derechos humanos, porque si no, la persona que hoy se queda sin laburo o que no puede acceder a un medicamento del cual depende su vida, piensa que eso no tiene que ver con los derechos humanos”.
Montenegro coincidió en que este año se da “algo único” porque, argumentó, “es la primera vez que nos enfrentamos a un gobierno elegido democráticamente que reafirma el accionar de aquella dictadura y que tiene como objetivo cercenar todos los derechos y las conquistas de estos 40 años de democracia”.
“Por eso es tan importante que este 24 nos encontremos en la Plaza que seamos cientos de miles de argentinos abrazando a las Madres y a las Abuelas, llevando la bandera de los 30 mil para exigirle al gobierno que respete la democracia, sus conquistas, los juicios, los espacios de memoria así como a los trabajadores que los sostienen cada día y que, sobre todo, respete a la Argentina”, ponderó.
En esta misma línea, Pérez Roisinblit sostuvo que a 40 años del retorno democrático se está frente a “un gobierno que no cree en el legítimo ejercicio de la democracia ni de sus instituciones” y repudió que muchos de “sus funcionarios reivindiquen el accionar represivo de la dictadura y justifiquen los delitos de lesa humanidad que se cometieron en ese período”.
“Por los sueños de los 30 mil este 24 de marzo nos encontramos en la Plaza”, concluyó por su parte Montenegro.