¿Seremos indiferentes ante el clamor de los pobres?

Crónica realizada por Mauricio Gurovich, para el taller de «Periodismo de Redacción» UPAMI – UPSO.

En un país donde la esperanza parece a veces esquiva donde la pobreza muerde los talones de los más humildes y la violencia acecha en las sombras de los barrios olvidados, miles de almas del pueblo argentino se unieron en un acto de devoción que trasciende lo espiritual para convertirse en un grito silencioso de justicia social.

La 51ª Peregrinación Juvenil a Luján, realizada entre el 4 y 5 de octubre de 2025, no fue solo un camino de fe hacia la Virgen Patrona de Argentina; fue un testimonio vivo de resiliencia colectiva, un recordatorio de que, como enseña el Evangelio, «los últimos serán los primeros» (Mateo 20:16). Bajo el lema «Madre, danos, amor para caminar con esperanza», más de un millón de jóvenes, familias y personas mayores, desafiaron el cansancio, la lluvia torrencial y las inclemencias de un mundo injusto para honrar a Nuestra Señora de Luján, esa Madre que, desde su humilde imagen, nos impulsa a no claudicar ante el egoísmo y la indiferencia.

La Virgen de Luján, imagen peregrina que guía el camino de esperanza en Argentina.
Foto gentileza de peregrinacionlujan.org.ar

Desde la Doctrina Social de la Iglesia, no puede sino verse en esta peregrinación un eco del llamado del Papa Francisco, a quien se lo recuerda con especial emotividad en esta primera edición tras su partida, a ser «Iglesia en salida», una Iglesia que camina con los pobres y denuncia sus realidades. Y en el centro de esta narrativa, el monseñor Jorge García Cuerva, arzobispo de Buenos Aires, emergió no solo como pastor, sino como hombre valiente, recordándonos que la fe sin obras es muerta (Santiago 2:26). Su homilía en la misa de cierre, un verdadero faro en medio de la tormenta resonó con un mensaje social y político que interpela a todos: “no seremos profetas de calamidades, pero tampoco seremos indiferentes ante el sufrimiento de nuestros hermanos”

La organización: Un esfuerzo colectivo por la esperanza

Todo comenzó con una dedicada preparación que refleja el espíritu solidario de la comunidad católica de nuestro país. Desde semanas antes, las diócesis de Buenos Aires, Quilmes, San Justo y otras regiones coordinaron el evento, inspiradas en el origen espontáneo de la peregrinación en 1975, cuando 30.000 jóvenes marcharon por la Patria en tiempos de turbulencia. Este año, el lema «Madre, danos, amor para caminar con esperanza», vinculado al Jubileo 2025, invitaba a reflexionar sobre la unidad en medio de la división social. Los organizadores dispusieron 63 puestos de apoyo gratuitos a lo largo de los 60 kilómetros de ruta, desde el Santuario de San Cayetano en Liniers hasta la Basílica de Luján. Estos puntos ofrecían hidratación, baños químicos, hospitales móviles y ambulancias, asegurando que nadie quedara desamparado, especialmente los más vulnerables: ancianos, discapacitados y familias con niños.
El operativo de tránsito, que afectó seis municipios del conurbano bonaerense (Morón, Merlo, Ituzaingó, Moreno, General Rodríguez y Luján), incluyó cortes y desvíos desde las 6:00 de la mañana del sábado, con refuerzos en el Tren Sarmiento para el regreso. Consejos prácticos abundaron: ropa liviana de algodón, zapatillas cómodas, mochilas con agua y alimentos livianos, protector solar y medicación personal. Pero más allá de la logística, la organización fue un acto de caridad evangélica, recordándonos que «el amor es paciente, es bondadoso» (1 Corintios 13:4). En un país donde la pobreza afecta a millones, estos esfuerzos fueron un bálsamo para el alma, un recordatorio de que la fe se manifiesta en el servicio al prójimo.

El comienzo: Un amanecer de fe en San Cayetano

El sábado 4 de octubre amaneció con un sol tímido que iluminaba el Santuario de San Cayetano, epicentro del arranque. A las 7:00 de la mañana, monseñor Jorge García Cuerva presidió la misa inicial, un momento cargado de emoción. Con voz firme y mirada compasiva, el arzobispo comparó la peregrinación con la vida misma: «Hay momentos más alegres y otros más duros», dijo, alentando a los fieles a marchar con fe inquebrantable. Pero no se quedó en lo espiritual; con coraje profético, denunció la ausencia del Estado en los barrios periféricos: «Cuando el Estado se retira de los barrios, lamentablemente la situación se torna muy compleja y avanza lo que llamamos el narcoestado».
Esta declaración, pronunciada en el contexto del reciente triple femicidio en Florencio Varela, el asesinato de las adolescentes Brenda Del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez, resonó como un llamado urgente a la justicia social. García Cuerva describió el crimen como «la expresión de todo un submundo ligado a drogas, violencia y comercio de armas», exigiendo que «nos tenemos que ocupar seriamente como país».

Para un lector sensible, estas palabras evocan el mandato de Mateo 25:40: «Lo que hicieron a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicieron». La imagen peregrina de la Virgen, trasladada por la diócesis de Quilmes, partió a las 10:00 hs., marcando el inicio oficial de la marcha. Grupos de parroquias como Nuestra Señora del Carmen (Pellegrini), San Cayetano (Lanús) y San José (Daireaux), junto con fieles de Mar del Plata, se unieron en cánticos, rezos y hasta cumbia, mientras otros optaban por el silencio meditativo.

El desarrollo: Un camino de resiliencia bajo la tormenta

La peregrinación se desplegó como un río humano de 60 kilómetros, un testimonio viviente de la fe que no se detiene ante las adversidades. Desde Liniers, los fieles avanzaron por la ruta, portando carteles con nombres de enfermos, caminando descalzos en penitencia o cargando imágenes simbólicas, incluso una de Cristina Fernández de Kirchner, por quien una peregrina oraba por «una justicia más humana, la que quería Jesús». Esta mezcla de devoción personal y conciencia política subraya la sensibilidad social de nuestra fe: no podemos orar por el pan de cada día sin denunciar el hambre que azota a nuestros hermanos.

El sábado fue benigno, con un sol que acompañaba los pasos, pero la madrugada del domingo trajo un temporal furioso: lluvias intensas, ráfagas de viento y granizo que convirtieron el camino en un desafío bíblico. Miles se refugiaron temporalmente, pero reanudaron la marcha empapados, demostrando que «el amor todo lo soporta» (1 Corintios 13:7). Un peregrino llegando de rodillas bajo la tormenta emocionó a todos, simbolizando la humildad y perseverancia evangélica. Historias personales emergieron: la ex Gran Hermano Daniela Celis pidió por la salud de Thiago Medina, mientras otros oraban por abuelos solos, jóvenes atrapados por las drogas o víctimas de la violencia. Los puestos de apoyo y asistencia médica nos recordaron la parábola del Buen Samaritano.

Pese a la masividad, estimada en un millón de participantes, el evento transcurrió con orden, aunque con congestiones por la lluvia. Esta peregrinación, nacida en 1975 como un grito juvenil por la Patria, se ha convertido en un espacio de unidad nacional, donde la fe católica se entrelaza con la demanda de un país más justo, libre de egoísmo y desigualdad.

Un peregrino llegando de rodillas bajo la tormenta a Luján emocionó a miles durante la peregrinación – Gentileza de INFORBANO inforbano.com.ar

La misa de cierre: El mensaje profético de García Cuerva

El punto más alto llegó el domingo en la Basílica de Luján, donde monseñor García Cuerva presidió la misa central a las 7:00 de la mañana, un momento de gracia que coronó el esfuerzo colectivo. Ante una plaza colmada, el arzobispo, con voz resonante y mirada que parece penetrar el alma, transformó el altar en un púlpito de denuncia y esperanza. «No seamos profetas de calamidades», arengó, citando al Papa León XIII para instarnos a no convertir diagnósticos negativos en fatalismos. Pero su mensaje fue profundamente social y político, un eco valiente del Magisterio de la Iglesia: «Hay que seguir adelante, aunque por momentos el egoísmo, la violencia y la injusticia parezcan ganar».

García Cuerva no escatimó en detalles dolorosos: habló de hermanos exhaustos por la pobreza, el narcotráfico, las enfermedades y la soledad; de abuelos abandonados, jóvenes devorados por las drogas y familias destrozadas por la violencia. «Caminamos por los que no dan más, por nuestros abuelos, por nuestros jóvenes atravesados por la droga y el alcohol, caminamos por los que perdieron un ser querido víctima de la violencia, caminamos por los más pobres, caminamos por los niños, por los discapacitados, por las familias, caminamos por nuestros sueños, caminamos por nuestra Patria». Su denuncia al «narcoestado», esa ausencia estatal que deja barrios en las manos de mafias fue un acto de coraje profético, recordándonos que la Iglesia debe ser voz de los sin voz, como lo fue Jesús ante los fariseos.

La Virgen de Luján, «Madre de Argentina», nos impulsa a caminar unidos, con misericordia, cerca de los que sufren. «La Virgen es una madre que nunca nos deja solos, que nos anima a caminar con esperanza y a no claudicar en recorrer juntos caminos de fraternidad, de diálogo y de encuentro entre los argentinos». En un país polarizado, este llamado a la unidad es un bálsamo para el alma católica, un recordatorio de que la política debe servir al bien común, no al poder egoísta. La misa, transmitida en vivo, anteriormente incluyó misas adicionales en horarios como 1:00, 2:30, 4:00, 5:30 de la madrugada, extendiéndose durante el día (9:30, 11:00, 13:00, 15:00, 17:00 y 19:00), permitiendo que más fieles participaran.

Es admirable el coraje de García Cuerva, un pastor que no teme confrontar el poder con la verdad evangélica. Su mensaje nos interpela: ¿seremos indiferentes ante el clamor de los pobres, o caminaremos con ellos hacia un Argentina más fraterna?

Quien escribe, que ha recorrido caminos similares, testigo de devociones que cambian vidas, desea compartir una oración: Virgen de Luján, danos, amor para no detenernos, para ser profetas de esperanza en un mundo que clama justicia. Que esta peregrinación no sea un evento efímero, sino el inicio de un compromiso renovado con los





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